Leer un libro comprende, casi siempre, el aprendizaje de algo. A veces no nos damos cuenta de ese nuevo conocimiento, otras, sin dudas, te sacude y te lo transmite. «Las malas» de Camila Sosa Villada integra ese círculo acotado de la lectura, el que te despabila. Es un llamado, un latigazo de atención para todxs, que nos interpela como seres humanos, que nos ayuda a ser mejores personas.
«Pasaré muchas noches reza que reza, para que al despertar la vida sea otra, para que mañana sea diferente. Al comienzo rezo para cambiar, para ser como ellos quieren. Pero a medida que me interno en esa fe cada vez mayor, empiezo a rezar para despertarme al otro día convertida en la mujer que quiero ser. En la mujer que siento dentro de mí con tanta franqueza que las horas se me van rezando por ella. Cuando me enamoro de mis compañeritos de escuela, rezo para que me vean como una nena. Cuando comienzo a florecer, rezo para que las tetas me crezcan durante la noche, para que mis padres me perdonen, para que me nazca una vagina entre las piernas. Pero no. Entre las piernas tengo un cuchillo.»
Aplicada a libros, la palabra “usados” tiene algo raro. Si bien es cierto que hay un uso que impacta en el objeto a partir del manoseo y el ir y venir (de la mochila o cartera a la mesa de luz, de la playa a la habitación), podrían sugerirse otras clases de adjetivos para acompañar a esa especie particular de libros cuya condición es que le hayan pertenecido previamente a alguien.
Por ejemplo, si los Libros usados se llamaran Libros leídos le harían justicia poética a esas marcas y subrayados que a veces traen donde se ve la huella de una lectura anterior, en general de una persona desconocida. O Libros escritos, tal vez. Lo usado tiene algo de trapo viejo, de cosa desechada, y en general la potencia del libro está menos en el “estado” del soporte que en el color de la escritura o la belleza de una historia que es siempre nueva para quien la empieza.
Otra variante sería llamarlos Libros personalizados cuando se da el hallazgo de comprar uno que viene con una dedicatoria o simplemente la firma y el año en que lo aquerenció su primer dueño. O Libros vividos, porque quien los leyó, suele recordar dónde y cuándo se entregó a esas páginas, incluso años después de haberlo hecho.
Hay varios libros leídos, escritos, personalizados, vividos en el catálogo de Pispear. En su mayoría forman parte de nuestras bibliotecas, también llegaron otros de amigos solidarios. Son los ladrillos que no están para seguir en la pared. Quieren emigrar a otras manos.
Este libro de cuentos de la escritora argentina Alejandra Kamiya, te sumerge, entre otras hermosas historias, en la ceremonia de un desayuno impecable como preludio de una despedida (“Desayuno perfecto”), el reencuentro con un hermano que le revela un momento olvidado de la infancia (“Los nombres”), un soldado japonés contumaz que cumple órdenes sin cuestionamientos (“El pozo”), y dos íntimas amigas arrastradas por las penurias de sus familias (“Los restos del secreto”). Son relatos primordialmente atravesados por la soledad y los silencios, que adquieren un papel trascendental en cada historia, y también por los mandatos sociales y familiares. Doce cuentos narrados de una manera precisa y emotiva, que te acurrucan, te calan y te transportan. “Entrar sin que se note es cuestión de ritmo. Pero entrar en silencio es imposible”. Entrenle a “Los árboles caídos también son el bosque”, porque es uno de esos libros que cuando estás por terminarlos, te generan esa sensación única provocada por el placer de haberlo leído.
Al día de hoy parece ser que la literatura japonesa es una de las más solicitadas. Son cada vez más los títulos que se incluyen en los catálogos de librerías y editoriales debido al gran interés que literatura japonesa suscita a nivel mundial.
La literatura japonesa como forma artística.
Como toda forma artística, la literatura japonesa expresa sus orígenes, su cultura, sus formas de pensamiento y su idiosincrasia. La literatura japonesa como tal comienza a desarrollarse luego de la introducción del sistema de escritura chino o kanji. Se podría decir que una de las primeras obras de literatura japonesa fue el Kojiki que data del año 713, crónica que relata la historia del país, su cosmogonía y su mitología.
La literatura japonesa puede dividirse en varias épocas, por ejemplo el período Heian, en donde la literatura japonesa estuvo fuertemente influenciada por la vida palaciega y aristocrática y en donde las mujeres tomaron el rol fundamental como representantes de la literatura japonesa, delineando así una influencia que fue de suma importancia para el posterior desarrollo de la literatura japonesa. Otro de los períodos más interesantes para destacar de la literatura japonesa fue Edo, con un mayor desarrollo urbanístico, el ukiyo-e y toda la filosofía detrás del concepto de “mundo flotante”, el cual refiere a la fugacidad de la vida y a la impermanencia. Es en este período que se desarrolla la poesía Haiku con el más grande representante de la literatura japonesa: Matsuo Bashō.
El desarrollo de la literatura japonesa en los períodos posteriores fue fuertemente influenciado por el contacto con las influencias extranjeras. El contacto con nuevas formas culturales y artísticas impactó fuertemente en la literatura japonesa no solo en el período Meiji sino también en la posguerra, donde autores como Yukio Mishima y Kenzaburō Ōe resultan ser algunos de los máximos representantes de la literatura japonesa en el mundo. Se dice que actualmente, al igual que en el período Heian, las mujeres están tomando nuevamente el control de la literatura japonesa. Autoras como Banana Yoshimoto o Yoko Ogawa son fuertes voces femeninas que han afirmado su lugar dentro de la literatura japonesa contemporánea.
Conceptualmente adelantado a su tiempo, «Una posición propia” de Graciela Cros son 3 libros en uno. Las dos series de poemas, “Geishas” (1996) y “Siete ángeles españoles” (1999), y las prosas poéticas de “Cantos de la Gaviota Cocinera” (2005).
En el primero habla la voz de una madama experimentada que le recomienda a una geisha joven (o ilusa): “rompe con el mandato” de complacer al amante. En el segundo se puede seguir el deslumbramiento amoroso, el furor y el declive de una relación, a través de poemas que siempre incluyen como nota al pie una cita de escritoras (o personajes femeninos) que trazan una identificación con el devenir de la historia y permiten leer una genealogía: Silvina Ocampo, Idea Vilariño, Katherine Mansfield, Molly Bloom, entre otras. En relación a los otros dos, “Cantos de la Gaviota Cocinera” rompe con los versos cortos y pasa a unas prosas concisas, por momentos confesionales, que empiezan “Soy una dama…”. De uno de estos fragmentos sale la frase que da título al libro.
Por su carácter narrativo y lo filoso de sus versos, “Una posición propia” es ideal para sumergirse en ese género al que tantos le temen o rehúyen: la poesía.
VI
Sin fuerzas ya la geisha obediente se esconde a dormir entre las altas hierbas y no puede.
Esos trabajos que te impones, le digo. Esos esfuerzos que haces para el placer ajeno, no te dejan soñar. Terminan con tus aves. Dan razón a la muerte.
Entrevistamos a Mariana Alonso, la editora de También el caracol, quien nos cuenta cómo nació este sello que publica autores japoneses (inéditos en castellano como Riichi Yokomitsu y Sakunosoke Oda ) y también narradorxs argentinxs. La colección Bosque de Bambú, dirigida por Miguel Sardenga, se distingue por sus traducciones originales, sus estudios preliminares amenos, y portadillas para cada texto con su año de edición y el título escrito en kanji.
Como detalle de color, es lindo el logo de la editorial con ese caracol que forma un yin y yang. Se nota en sus libros y en cómo comunican la pasión por lo que hacen, el propósito noble que señala su editora «de aportar algo novedoso y bello al mundo». 🐌
Adentrarse en la literatura japonesa no es sencillo, la gran cantidad de autores y autoras japonesas es inmensa y las temáticas tan variadas que es prácticamente imposible decidir por dónde empezar.
Vamos a tratar de abrir un poco el panorama para que la experiencia de acceder a estos autores y autoras japonesas sea lo más enriquecedora posible:
Banana Yoshimoto es una de las autoras más célebres y reconocidas a nivel mundial. Nacida en 1964 en la capital de Japón, ingresa al mundo de las letras con Kitchen, una novela corta que incluye también el cuento titulado “Moonlight shadow”. Tanto la novela como el cuento relatan la pérdida y la soledad y de cómo el amor y la complicidad pueden mitigar la tristeza.
Algunos otros libros de la autora son: Amrita, N.P y Recuerdos de un callejón sin salida.
Natsume Soseki es uno de los autores japoneses más conocidos de los últimos tiempos. Nacido en 1867, estudió Lengua Inglesa e impartió clases de inglés en una zona rural de Japón. Luego de casarse, obtuvo una beca para especializarse en inglés en Londres. Esos tres años fueron los peores de su vida, aunque pudo leer a muchos autores occidentales que fueron de gran inspiración.
Algunas de sus obras más reconocidas son Kokoro, Botchan y Soy un gato.
Fue uno de los autores que más pudo representar la inestabilidad que se había generado en la sociedad japonesa a partir de la apertura del país a las potencias occidentales.
Yoko Ogawa, autora nacida en 1962, estudió Letras en la Universidad de Waseda y posee en la actualidad muchas novelas traducidas a varios idiomas. Una de sus obras más conocidas y ganadora del prestigioso premio Akutagawa es El embarazo de mi hermana, en donde la narradora relata el proceso de embarazo de su hermana mayor con cierta frialdad atemorizante. Otro de los títulos de esta autora que no puede pasar desapercibido es La policía de la memoria.
Rintaro Takeda nació en 1904 en la prefectura de Osaka y fue un escritor representativo de la literatura proletaria. La editorial argentina También el caracol editó algunos de sus cuentos bajo el título de La ópera japonesa de los tres centavos en donde se relata la crudeza de la marginalidad.
Sayaka Murata (村田沙耶香) nació en 1979 en Inzai, prefectura de Chiba, Japón. Realizó muchos cursos de escritura durante su juventud, pero lo más llamativo para contar sobre Sayaka es que, al igual que la protagonista de La dependienta, trabajó durante varios años como empleada en un supermercado de Tokio y en el comedor de la editorial que publica sus libros. Ella misma indica que necesita de una rutina estructurada para poder concentrarse en su escritura y que este tipo de empleos le permiten observar a las personas e inspirarse en nuevos temas para sus libros, los cuales abordan temas como los roles de género en la sociedad japonesa, la maternidad y la asexualidad.
Lafcadio Hearn posee una historia de vida muy particular. Si bien su nombre no es japonés, su corazón se instaló en Japón para nunca más irse de allí.
Hijo de madre griega y padre irlandés, su infancia fue marcada por la tristeza ya que sus padres lo abandonaron a su suerte en casa de un familiar paterno. Es por eso que desde joven viajó de lugar en lugar, tratando de encontrar un sitio de pertenencia, un hogar. Japón fue para Lafcadio su hogar, y allí, luego de casarse, obtuvo la nacionalidad japonesa y el nombre Koizumi Yakumo. Realizó las primeras traducciones al inglés de los relatos folclóricos japoneses más relevantes, principalmente historias de terror.
Algunos de sus títulos más conocidos son: Kwaidan, kokoro y la bella edición de La canción del arrozal, editada por También el caracol. Un maravilloso ensayo sobre la importancia de los insectos y otros animales en la poesía y en el arte japonés.
Kazuo Ishiguro es un prolífico escritor japonés nacido en 1954. De pequeño se mudó con su familia a Londres, donde obtuvo la nacionalidad británica y a pesar de que la mayor parte de su vida la pasó fuera de Japón, sus obras se inspiraron en el ambiente de la posguerra o en los grandes avances tecnológicos, como por ejemplo en su última novela Klara y el sol, que relata la relación entre humanos e inteligencias artificiales.
Ryu Murakami es un escritor y director de cine nacido en 1952 en la Prefectura de Nagasaki. Su obra más conocida se titula Azul casi transparente y refleja la crudeza y la violencia de la vida de un grupo de adolescentes que están sumamente desinteresados y desilusionados del mundo y de sus propias vidas, lo cual los lleva por un camino de adicciones y de autodestrucción inminente. Otro de los títulos del autor es la novela de suspenso psicológico titulada Sopa de miso.
Hablamos con Juan Crasci, uno de los fundadores de La Coop, una distribuidora de sellos independientes que nuclea y reparte los libros publicados por 19 editoriales contemporáneas, entre otras: También el caracol, Añosluz, Bajo la luna, Santos Locos, Alto Pogo, Crackup, FERA, Audisea, Llantén, Nulú Bonsái, Libros de mentira, Sorojchi Editores, Mágicas naranjas, Nudista y Espacio Hudson.
Creador de @aniosluzeditora y de su predecesora la Editorial CILC (Casi incendio la casa), que publicaba libros bonsái de poesía, @jcrasci es el hombre orquesta detrás de la @lacoopeditoriales
En una galería laberíntica de Almagro, mientras conversa con vos, saca libros de los estantes, repone el stock vendido, factura y mete el material en cajas para que los libros salgan a la calle.
Es sabido que actualmente son muchos los escritores japoneses que se encuentran entre los más leídos en el mundo.
Al preguntar sobre escritores japoneses es imposible no pensar en Yasunari Kawabata, Haruki Murakami, Yukio Mishima, Ryūnosuke Akutagawa y muchos otros autores reconocidos a nivel mundial.
Para poder dar a conocer una pequeña parte del vasto mundo de escritores japoneses partiremos desde el período Edo, que va desde 1603 a 1868, hasta llegar a la actualidad.
Qué es el haikú – escritores japoneses
En aquella época se destaca principalmente el género poético conocido como haiku, con varios escritores de renombre como Matsúo Basho (1644-1694), Yosa Buson (1716-1784) y Kobayashi Issa (1763-1827). Muchos de estos escritores japoneses eran también monjes budistas. Había una fuerte relación entre el arte y la religión.
El haikú es un poema de 17 sílabas repartidas en tres versos: el primero de 5 sílabas, el segundo de 7 y el último de 5. Desde el contenido, suele dividirse en dos partes: una da la condición general de tiempo y espacio (otoño, primavera, atardecer, noche, un árbol, una roca). La otra contiene un elemento activo. Una es descriptiva y casi enunciativa; la otra inesperada. La percepción poética surge del choque entre ambas.
Un viejo estanque: salta una rana. ¡Zás! qué chapaleo
Matsúo Basho
Al Fuji subes despacio –pero subes, caracolito.
Kobayashi Issa
El período Meiji de la literatura japonesa
Un poco más cerca en el tiempo, están los escritores japoneses del período Meiji, que va de 1868 hasta 1912. Japón abre sus puertas a Occidente luego de haber estado aislado durante años y es a partir de este momento que comienza a haber fuertes contactos entre escritores occidentales y escritores japoneses. Las influencias extranjeras comienzan a permear en la sociedad japonesa afectando en todas las esferas de la vida social.
En este período los escritores japoneses más influyentes son Mori Ogai y Natsume Soseki. Ambos escritores tuvieron contacto con occidente, Ogai viviendo y estudiando en Alemania y Soseki en Inglaterra. Una de las cosas más interesantes para mencionar sobre este período es que a partir del gran choque cultural que se dio tras la apertura de Japón, los escritores japoneses comenzaron a cuestionar el concepto de novela moderna tal y como era concebida en occidente, generando nuevas formas de expresión artística.
Otros escritores japoneses que es imposible no mencionar son Ryunosuke Akutagawa, autor de Rashomon que tuvo su versión en cine filmada por Akira Kurosawa, y Junichiro Tanizaki, autor de El elogio de la sombra, siendo ambas obras fundamentales dentro de la literatura japonesa.
El período de posguerra y los escritores japoneses contemporáneos
Respecto al período de posguerra, se destacan escritores japoneses como Yukio Mishima, autor prolífico de novelas, obras de teatro, relatos y ensayos, y Osamu Dazai, cuyas obras reflejan el sentimiento de la derrota y los traumas de la guerra.
En cuanto a los escritores japoneses contemporáneos, podemos mencionar a Haruki Murakami, que retoma la influencia de la música occidental, principalmente el jazz. Sus obras reflejan el desamor y la soledad, como a la vez los límites difusos entre la fantasía y la realidad. Su hit en español fue Tokyo Blues (1987), pero también se destacan Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995), Sputnik, mi amor (1999), Kafka en la orilla (2002), After Dark (2004), y 1Q84 (2009). Otras escritoras japonesas destacadas son Banana Yoshimoto con su novela debut Kitchen, y Sayaka Murata con su libro La dependienta.
Tampoco podemos dejar de mencionar a Yasutaka Tsutsui, eminencia de la ciencia ficción, con obras como Paprika y Los hombres salmonela en el planeta porno, entre muchas otras.
“Cuando nos casamos, yo tenía treinta y cinco y ella veintiocho. Primer matrimonio para mí, el segundo para mi mujer. Con su anterior marido, había tenido dos hijos, que quedaron a cargo de la familia política, pues al enviudar ella abandonó el hogar. Nos conocimos en su trabajo y nos casamos.
No pudimos tener hijos y como me sentía en parte responsable, varias veces le propuse recibir a uno de los suyos (al varón o a la niña, que a mi juicio lo merecía más), pero nunca me prestó atención y yo no insistía pues no era un asunto perentorio”.
Con este comienzo prometedor, arranca esta novelita (102 páginas) de Yasunari Kawabata (1899-1972) que se lee en un suspiro. El conflicto se desata en “Segundo matrimonio” cuando Fusako, la hija de la mujer del narrador, decide casarse, lo cual le dispara indagar en la relación de su madre con su difunto padre. Reavivar esa historia lejana despierta el fantasma de la inquietud y los celos para el narrador, quien también deja entrever una tensión (por momentos sexual) con su hijastra. Como en otros libros de Kawabata, hay un par de momentos contemplativos que le dan un giro a la historia: la visión de un manzano en un templo y el vaivén de las olas.
“Segundo matrimonio” se publicó por entregas en 1948, y recién en 1953 se editó como libro.
Al leer La dependienta de Sayaka Murata (Japón, 1979) , uno siente que puede cuestionarse muchas cosas que son más bien automáticas en nuestro día a día: el trabajo, los vínculos, la mirada del otro sobre nuestras acciones y todas aquellas cosas que hacemos para sentirnos tranquilos (y de vez en cuando felices) en un mundo que no para ni un segundo.
Keiko Furukura tiene 36 años, es soltera y toda su vida sintió que había algo en ella que no encajaba con las demás personas a su alrededor. Se peleaba con sus compañeros del colegio, no se sentía a gusto con las cosas que se suponía que debían gustarles a las chicas de su edad y en muchas ocasiones los demás hablaban de ella como algo que debía ser “curado”. Sin embargo, esa visión que tiene de sí misma comienza a cambiar luego de conseguir trabajo como empleada en una tienda que se encuentra abierta las veinticuatro horas, los trescientos sesenta y cinco días del año:
“Entonces sentí por primera vez que formaba parte del mundo, como si acabara de nacer. Aquel día había surgido una nueva pieza que encajaba con total normalidad entre las demás: yo”.
La novela nos habla, en parte, de lo que significa ser normal y funcional en la sociedad japonesa contemporánea. Y no es cualquier sociedad a la cual pertenecer. Hablamos de una sociedad en la cual las mujeres, al casarse, automáticamente dejan de trabajar para encargarse de sus hijos y de sus hogares. Hablamos de una sociedad en la que los niños cometen suicidio porque desde pequeños tienen que cumplir con una extenuante y rigurosa vida escolar y en donde muchas personas fallecen por el estrés y el excesivo ritmo laboral . En una vorágine similar, es casi imposible dar marcha atrás.
La mejor opción parecería ser reprogramar nuestros circuitos (siempre que sea posible) y salir al mundo, cual autómatas, esperando pasar desapercibidos o perecer en el intento. Publicada por Duomo Ediciones.
La editorial También el caracol publicó El signo de los tiempos, que reúne 4 relatos. El que da título al libro, más «Bajo la sexta estrella de metal blanca», «Ciudad de árboles» y «Otoño profundo».
Kitchen – Banana Yoshimoto
Es la primera novela de la autora, Banana Yoshimoto, y una de las mejores, según la opinión de los lectores. Publicado en 1988 y traducido al castellano en 1991, el libro se divide en la novela Kitchen y el cuento “Moonlight Shadow”. Ambos retratan la pérdida de los seres queridos y la capacidad de los personajes de superar la tristeza a partir del amor, amor hacia otras personas o hacia los electrodomésticos. La relación que tenemos con los objetos inanimados puede ser una forma de trabajar nuestros duelos, funcionando como puentes entre lo que permanece en este plano y aquello que ya no existe entre nosotros.
De madre griega y padre irlandés, Lafcadio Hearn (1850-1904) viajó a Japón en 1890 y se deslumbró a tal punto con su cultura que se hizo budista, se nacionalizó japonés, cambió su nombre al de Koizumi Yakumo y murió en Tokio.
La canción del arrozal es un compendio de ensayos suyos que hablan sobre animales e insectos en la poesía japonesa. Así, los capítulos se llama: Ranas, Cigarras, Libélulas, Mariposas, Luciérnagas, y el último y más asombroso, Insectos músicos. La edición viene con ilustraciones hermosas de @manu.s1m
«Me pasó el otro día en la costa de Suruga. Mientras descansaba debajo de los pinos que bordean la playa, algo en el calor vital y la paz luminosa de ese momento del día -una especie de rapto conmovedor de viento y luz- reavivaron de pronto una antigua creencia mía: la creencia de que todos los seres somos uno. Me sentí uno con la brisa y con el avance de las olas, con cada movimiento de sombras y cada destello del sol, con el azul del cielo y del mar, con el imponente silencio verde de la tierra. Me convencí, de un modo nuevo y maravilloso, de que no pudo haber nunca un principio, de que no podrá haber nunca un final».